El cómico Adam Sandler no destaca por su humor inteligente, pero su facilidad para el éxito demuestra que no tiene un pelo de tonto. Con "Niños grandes" vuelve a triunfar sin dejar espacio a la actividad neuronal, pero argumenta que, en cambio, "los científicos nunca parecen ser felices". Este genio del humor tonto, como productor y actor, habló en Palma de Mallorca, escenario ideal para presentar su nuevo filme que ya está en los cines españoles precisamente con una defensa a ultranza de la diversión desprejuiciada.
"Niños grandes" junta a cinco amigos treinta años después de abandonar el colegio para demostrar que lo mejor de ellos es, probablemente, que la madurez no ha hecho mella en sus vidas. Otros tres "ex alumnos" también estuvieron en España promocionando la película Chris Rock,
David Spade y Kevin
James y comulgan, medio en broma medio en serio, con este espíritu hedonista y poco intelectual.
"La ignorancia es una bendición. ¿Cuál es el opuesto? La desgracia. Tener muchos conocimientos es bastante deprimente", explica Rock, secundario del filme y amigo de Sandler. Para recrear esa atmósfera de diversión sana que propone la película, Sandler ha vuelto a rodearse de sus amigos personales y se los ha llevado de rodaje a una hermosa casa a orillas de un lago así como, de manera más puntual, a un parque acuático.
Con Rock coincidió en "
Zohan: licencia para peinar", con James y con Spade en, entre otras, "Yo os declaro marido y marido", y todos ellos vuelven a ser dirigidos, como en las anteriores, por
Dennis Dugan. "Yo sabía que la mejor idea para hacer comedias es sentarse con tus amigos, y hablar y hablar sobre la vida", explica. Y desde hace años, convoca a esos contertulios delante de las cámaras para luego repartirse el botín de la taquilla. ¿Qué hay de la regla de no mezclar amigos con negocios? "En Estados Unidos está funcionando y estoy encantado de que sea así", se justifica, si bien en España todavía no ha conseguido unos niveles tan altos de popularidad.
En cualquier caso, es cierto que sólo con la confianza que otorga la amistad, Adam Sandler podría atacar tan a quemarropa los peores defectos de sus prójimos, puesto que Rock, James, Spade y Schneider han aceptado de buen grado que el guión airee muchas miserias en lo que se supone que son personajes escritos a su medida. "Primero nos sentimos ofendidos. Luego más ofendidos. Entonces llegaron las lágrimas y luego ya dije: está bien, lo que tu quieras", bromea Spade.
La película, entre otras cosas, propaga la enseñanza de que es mejor no ser demasiado susceptible, porque la agresividad verbal puede ser un código cariñoso, especialmente entre las pandillas de adolescentes. Y es que, en realidad, todos ellos se enorgullecen de ser, como dice el título, "Niños grandes". "Nunca pierdes el niño que llevas dentro. Quieres además aferrarte a ello porque te mantiene más joven, conectado a tus hijos y te hace pasártelo bien", dice James, que encarna a un perdedor que finge ser exitoso ante sus amigos.
Sandler, a través de su propio personaje, también ha hecho un ejercicio de autocrítica pero esta vez más agria, pues habla de lo fácil que es que, en un entorno como el de la fama de Hollywood, los hijos se malcríen. "La gente que tiene mucho dinero también tiene muchas oportunidades, pero cuando yo era pequeño, irnos de vacaciones era ir de Brooklyn a Long Island. Una hora en coche y decíamos, ´guau, dónde estamos yendo?´", asegura.
Chris Rock, que en la película interpreta a un amo de casa con problemas de autoridad antes sus hijos, concluye: "Los jóvenes de clase media van todos a la universidad, pero los niños realmente ricos, el porcentaje es el mismo que en el sur del Bronx. Así que supongo que tenemos que tener cuidado".
Mateo Sancho Cardiel, Palma de Mallorca